miércoles, 9 de marzo de 2011

OTONEL...despues del carnaval...

Domingo 6, llamadita de teléfono para comprobar la hora de salida, una nube ciñe nuestro cerebro, el carnaval pasa factura, mas a unos que a otros, jaja. Después de una noche fría, pasamos a otra que puede que fuera aún más, jaj.
Pasa Kpi por Fosi, cargan y de seguido pasan por un servidor, de seguido el Totxo, y con la furgo cargada hasta los topes, partimos dirección Valencia “Otonel”. El viaje fue tranquilo, menos para el kpi, que la resaca le estaba la mano por el estómago, jaja.


Kpi a los mandos, Fosi de copiloto y yo señalando la dirección,jaja.




De Izquierda a derecha: FOSI, KPI y EL MAGNIFICO E INIMITABLE TOTXO, con sus mejores galas...jaja

Llegamos a la entrada del barranco ya de noche, nos dividimos en dos grupos, unos montamos la tienda, y los otros dos hacen la cena. Una deliciosa cena a base de latas de ravioli, y de albóndigas, aderezado con patatas fritas de bolsa, y de postre una botellita de mistela, acompañado con una partida de ciudadelas, a la luz del lumogas y frontales. La noche era una de esas que enamoran, el cielo despejado y con todas las estrellas tendidas en nuestros cogotes, pero el cansancio y el frio acaba con nosotros, y los sacos nos esperan. El Totxo y yo tiendecita de campaña, Kpi y Fosi, en la furgo.
Al despertar, descubrimos el frio que ha pasado durante la noche el campamento, en la funda de una silla y la mesa congeladas.




La susodicha mesa,jaja.

Desayunamos cruasanes calientitos. Fosi y Kpi dejan la furgo en la salida del barranco, para cuando salgamos podamos cambiarnos, comer algo rápido y partir para el otro barranco. Mientras el Totxo y yo practicamos nudos, y el pato para remontar.
Comenzamos con el primer rapel, un rapel precioso, que nos da una pequeña cueva seca. Bajo yo el primero, y Kpi después.



Nos dirigimos al siguiente rapel que nos hace caer en una pequeña pozita acuatica, donde una cueva nos transporta a un lugar mágico, con una cascada impresionante que nos ofrece su agua sobre nuestras cabezas.


Un barranco de tres estrellas, acuático, con rapeles largos, trampolines y pasamanos, montados y por montar. Y una cascada de 60 metros, en la que por primera vez baje con la saca, algo mágico y muy bonito cuando a mitad de cascada, entrabas en una cueva, y el agua te golpea en la cara con fuerza.



Seguidamente del rapel, una serie de trampolines mágicos, unas cascadas y llegamos al último descenso. Un rapel fantástico muy, vertical y con unas chorreras mágicas. Salimos del barranco, con un hambre y un frío que te pelas, jaja. Y llegó el momento menos esperado del día, quitarnos el neopreno… pero felices, por los buenos momentos que pasamos. Montamos la mesita ya cambiados, y decidimos que por hoy, ya está bien.